Echeverría, el Empresario

Echeverría, el Empresario

Echeverría, el Empresario

 


 

Con la llegada de Echeverría al poder comenzó un largo proceso de destrucción de la economía acompañado de una temeraria parálisis política. ¿Sounds familiar? Si de algo se arrepintió Díaz Ordaz en su existencia fue de haber garantizado el acceso de Echeverría a la presidencia y no solo por ignorar los más elementales principios democráticos y económicos… ¿Peña estará arrepentido del “pacto de impunidad” con AMLO? ¿Cómo olvidar cuando Porfirio Díaz declaró que “México estaba listo para la democracia”? “La Dictadura Perfecta” de 70 años de existencia y el arribo de Morena al poder, demuestran que, por lo visto, todavía no estamos listos para la democracia. Lo hechos son tercos, ¿no…?


Echeverría creó 504 empresas paraestatales, fideicomisos y organismos públicos, auténticas fuentes de corrupción y ejemplos de ineficiencia. Desquició el gasto público: aumentó irresponsablemente el número de burócratas al pasar de 826 mil trabajadores a 1 315 000. Intentó infructuosamente llevar a cabo «la segunda etapa de la reforma agraria», insistiendo (con la buena fe quien conduce a la tragedia) en los errores cardenistas al creer todavía en el capitalismo de Estado. Echeverría incrementó la deuda pública en más de 200% en relación a la heredada por Díaz Ordaz. La demagogia financiera fue caótica. Echeverría estimuló las confrontaciones con los empresarios, un atentado en contra del sector productivo de México con arreglo a un discurso populista verborréico que creó desconfianza y parálisis en materia de inversiones. Detonó un alarmante deterioro de la situación financiera de México. Disparó la inflación en 1973 como consecuencia de la emisión insensata de dinero fresco sin los debidos respaldos en materia de producción.


La balanza de pagos, la disminución de la producción agrícola e industrial, el endeudamiento, la fuga de capitales y, en general, el estancamiento en el crecimiento del país eran los signos más visibles. Echeverría disparó el déficit público del 2.5% en 1971, a 9.9% en 1976. Provocó un temerario déficit en nuestra balanza comercial. Logró despedazar 22 años de estabilidad en la paridad peso-dólar de 12.50 por uno, devaluación que depreció nuestra moneda a casi 20 pesos por cada unidad estadounidense.


Las políticas suicidas de Echeverría condujeron a un auténtico desastre nacional. Echeverría decidió que su gobierno pasaría de ser un «Estado promotor del desarrollo a un Estado rector de la economía, haciéndolo intervenir en la producción, distribución, circulación y consumo, buscando [teóricamente, claro está] la distribución equitativa del ingreso.


Echeverría y AMLO, dilapidaron el patrimonio público y abrieron las puertas a una era de corrupción de la que existen numerosos y espeluznantes testimonios. Aquí van los del último: Mexicana de Aviación, el tren maya, la refinería de Dos Bocas, Birmex, la producción y venta de medicamentos, la Megafarmacia, el desastre de los bancos del Bienestar, la Leche del bienestar, el aeropuerto Felipe Ángeles, el Gas Bienestar, Pemex y CFE, quebradas de punta a punta, el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), en bancarrota, Dear Park, condenada al fracaso, la compra de plantas de Iberdrola que no generarán ni un watt más de energía eléctrica, sin olvidar Segalmex, entre otras más.


En un país donde sólo una persona decide por los demás, en lugar de que participe la ciudadanía a través de una auténtica representación nacional, se corren muchos peligros como los que enfrentó México cuando Díaz Ordaz eligió a Echeverría y Echeverría a López Portillo, entre otros tantos más que fueron adicionando el número de pobres hasta llegar a sesenta millones de mexicanos. ¿Basta con este resumen para señalar el daño que le ocasionó a México la presencia del tapado, un juego político en el que participó la sociedad para hundirnos en el atraso? ¿La sociedad es inocente?


¿Más…? Sí, como no: de la misma manera en que no se esculcaron las finanzas catastróficas de Echeverría, este sujeto llamado AMLO, reservó la dilapidación del presupuesto público con arreglo a un criterio de “seguridad nacional”, de modo que la malversación de fondos tampoco pudiera ser auditada… ¿Echeverría y AMLO, empresarios?

¿Será cierto aquello de que “el peor castigo que se le puede imponer a los mexicanos es que se autogobiernen…? No olvidemos que Echeverría fue apedreado en la UNAM…